sábado, 24 de noviembre de 2012





























No sé cuál fue el instante en el que me perdí, no estoy segura si fue un momento, o fueron varios los que me alejaron de mí.

Si hubiera reconocido la oportunidad precisa para no llegar a este día, con certeza la habría tomado. Sin embargo, ya estoy aquí.

Inmersa en un lugar donde hay una carencia absoluta de todo ser y al mismo tiempo, una cantidad incalculable de éstos, donde nada es lo que parece y todo lo es. Esta ambigüedad sólo logra destacar mi fragilidad, que hace unos meses se ha incrementado desmesuradamente.

No estoy siendo la misma con quien me sentía a gusto, feliz y podía mirar hacia adelante a pesar de la incertidumbre, siempre iba a existir una solución, una salida, una resolución.

Ahora pareciera que perdí lo que solía ser, olvidé avanzar.

Estoy estancada, sin hacer algo para cambiarlo y llena de dudas que, unicamente, ayudan en mi detención, y me recuerdan que dejé escapar mi identidad, que me desprendí de ella y está tan escondida que aún no la he podido encontrar.

Necesito volver, saber quién soy y para qué estoy, porque sin estas respuestas, se apoderan de mi pensamientos nefastos y me emboban con su, aparente, libertad.

Insisto, no sé cual fue el instante en el que me perdí, pero sin la menor duda, quiero volver.